En España, cada año mueren más de 52.000 personas por causas directamente relacionadas con el consumo de tabaco, mayormente víctimas de cáncer de pulmón (causante de un 81% de las defunciones anuales entre 2010 y 2014, según datos del Ministerio). Estos datos, confrontados con el número de médicos de familia del país (28.500), equivalen a hablar de que, cada médico de familia ve cómo fallecen dos pacientes al año a causa del tabaco. Con esta realidad sobre la mesa, la semFYC convoca desde hace 19 años la Semana Sin Humo que persigue concienciar a la población sobre la importancia de no fumar, apoyar a las personas que han dejado el hábito de consumir tabaco y visualiza el grave problema social y sanitario que representa el tabaquismo, desde la Medicina de Familia y los centros de Atención Primaria.
Además de iniciar un conjunto de acciones en todo el territorio, la semFYC cada año elabora a partir de encuestas realizadas en las consultas de Atención Primaria la Encuesta de la Semana Sin Humo que, en esta edición, han respondido 5.170 personas de toda España. “Tradicionalmente, la encuesta es un buen pulso para saber el nivel de concienciación social de las personas en relación a medidas más restrictivas que limiten el consumo del tabaco y, en esta ocasión los resultados apuntas que la mayoría de la población se muestra receptiva ante la posibilidad de que se prohíba fumar en espacios público al aire libre y en el interior de vehículos privados”, señala María Fernández, vicepresidenta de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, semFYC.
Los datos en los que se basa esta afirmación son los resultados de la Encuesta de la Semana Sin Humo: Sobre la hipótesis de que prospere la prohibición de fumar en vehículos privados, crece el apoyo a esta en relación a los datos del año pasado. En la edición de este año de la Encuesta, un 60,8% de los encuestados son favorables a que la prohibición prospere; a esta mayoría se añadirían un 16,5% adicional que estaría de acuerdo en prohibir fumar en vehículos solo cuando haya niños.
Las proporciones son similares cuando se pregunta sobre la posibilidad de prohibir fumar en lugares públicos al aire libre —como estadios deportivos, piscinas o centros comerciales abiertos— que cuenta con el apoyo del 64,1% de la población.
“Este tipo de medidas que hace unos años parecían muy lejos de contar con el consenso social, están prosperando porque, a día de hoy, el consumo de tabaco se percibe como una conducta de riesgo para la salud y se conoce que hay un factor de riesgo igual o más importante vinculado a este hábito para padecer diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia o para sufrir una enfermedad cardiovascular. Los riesgos para la salud del consumo del tabaco son ampliamente aceptados: 93,1% de los encuestados así lo reconoce”, confirma Lucía Gorreto, coordinadora de la Semana Sin Humo de 2018.
Retrato de la persona que fuma
Los datos de la Encuesta de la Semana Sin Humo revelan que, a día de hoy, un 57% de las personas, en algún momento de su vida, han consumido tabaco (un 15,6% todavía fuman diariamente, un 7,3% son fumadores ocasiones y 34,1% son ya exfumadores), frente al 43% que nunca han consumido tabaco. “Conseguir que la cifra de personas que nunca han sido fumadoras sea superior a la de aquellos que sí han consumido tabaco dependerá de que consigamos que los jóvenes entiendan que el tabaco es un hábito que perjudica su salud a corto, medio y largo plazo”, señala Lucía Gorreto, coordinadora de la Semana Sin Humo de 2018. El fumador activo (tanto aquel que declara ser fumador diario, como ocasional) se inició en el tabaco entre los 17 y 18 años y fuma menos de 10 cigarrillos al día (el 49,2%, así lo declara); son una minoría (4,1%) aquellos que declaran fumar más de una cajetilla, 20 cigarrillos, cada día. Además, son cigarrillos convencionales el producto tabáquico más consumido (69,6% de los fumadores dicen consumirlos), frente al tabaco para hacer cigarrillos a mano (13,7%) u otras opciones mucho más minoritarias (puros, cigarrillos electrónicos, pipas de agua o pipas convencionales).
Sobre el número de veces que ha intentado abandonar el hábito, se mantienen las mismas cifras registradas en años precedentes: un 70,1% de las personas que fuman han intentado dejar de fumar en más de una ocasión, hasta el punto que un 16,7% lo ha intentado 4 o más veces. “Hay casos en los que está muy claro que existe un problema de adicción y dependencia que se puede abordar desde la Medicina de Familia, y mediante el seguimiento pertinente podemos trabajar en longitudinalidad para que determine el mecanismo o tratamiento más adecuado para dejar de fumar y, sobre todo, que luego consiga vivir sin tabaco, ya como un exfumador”, apunta María Fernández, vicepresidenta de la semFYC.
La mayoría de exfumadores dejaron de fumar hace 10 años
En España, la proporción de exfumadores ha ido creciendo progresivamente a medida que la población tomaba consciencia de los perjuicios para la salud que entraña el consumo y la exposición al tabaco. Hoy en día, ya son un 34,1% de las personas que se declaran exfumadoras. De estos, la gran mayoría dejaron de fumar hace más de 10 años (un 57%); en los dos últimos lustros, han sido un 33,2% los que han dejado de fumar (un 17,2% dejaron el tabaco hace entre 5 y 10 años; y un 16%, hace entre 1 y 5 años), y la cifra se reduce al 9,2% para los que dejaron el tabaco dentro de los últimos 12 meses.
“Es deseable pensar que el hecho de hallarnos con una cifra significativamente superior para aquellos que dejaron el tabaco hace más de diez años pueda significar que hay un descenso en el volumen de personas que, con las repetidas campañas y acciones de impulso de la deshabituación, ya no se inician en este hábito”, señala Lucía Gorreto, coordinadora de la Semana Sin Humo de 2018. Es remarcable que la mayoría de las personas que han abandonado el hábito de fumar relatan haberlo conseguido solos y sin ayuda, y sin emplear ningún tratamiento farmacológico (82% no lo requirieron, frente a un 18% que sí lo emplearon). Sin embargo, entre los que reclamaron ayuda, el personal sanitario (médico o enfermero) es el profesional de referencia en el apoyo en la deshabituación.
En el análisis de qué motivos impulsarían a las personas que fuman a abandonar este hábito, los fumadores afirman que el principal motivo sería la propia salud, en el caso que se les diagnosticara una enfermedad relacionada directamente con el consumo de tabaco (28%), aunque la mayoría (61,8%) señalan que aquello que les empujaría dejar de fumar serían una combinación de varios motivos como el estado de salud de la familia/convivientes, la financiación del tratamiento farmacológico para dejar de fumar, el aumento del precio del tabaco u otras medidas como el impulso de espacios sin humo, el empaquetado genérico, etc.
“Es significativo que, entre los fumadores sólo un 0,8% señale que el aumento en el precio del tabaco sería motivo suficiente para dejar de fumar, mientras que en el conjunto de la población una gran mayoría está entre muy de acuerdo (33,7%) y totalmente de acuerdo (25,1%) en el hecho que aumentar el precio del tabaco haría que más personas dejasen de fumar”, señala Lucía Gorreto. Además, la coordinadora de la Semana Sin Humo 2018 apunta que “una gran mayoría de fumadores ha asumido que el elevado precio del tabaco es algo intrínseco al hábito de fumar”.
De hecho, la encuesta apunta que 61,4% de las personas (incluyendo fumadores y no fumadores) sí estaría de acuerdo en aumentar el precio del paquete de tabaco a 8 euros.
Percepción del incumplimiento
Desde que entró en vigor la última modificación normativa significativa, la llamada Ley Antitabaco (Ley 42/2010, de 30 de diciembre de 2010, por la que se modifica la Ley 28/2005, de 26 de diciembre, de medidas sanitarias frente al tabaquismo y reguladora de la venta, el suministro, el consumo y la publicidad de los productos del tabaco) que limitaba as zonas de consumo de tabaco, el Grupo de Tabaquismo de la semFYC se ha interesado en la percepción que las personas tienen sobre su exposición al humo ambiental. En este sentido, un 65,4% de los encuestados se consideran expuestos al humo ambiental (predominantemente en terrazas, un 31,4%, aunque un 22,5% se siente expuesto en múltiples emplazamientos como en los bares, los restaurantes, en el trabajo — aún que exista la prohibición expresa de fumar en los lugares de trabajo— o en el coche.
A pesar de esta percepción, también es cierto que, en relación al incumplimiento de la prohibición de fumar en bares y terrazas, la mayoría estima que la normativa se cumple entre casi siempre (30,8%) y habitualmente (20,7%); solo un 5,4% estima que su cumplimiento es anecdótico (“raramente”).
Los datos de las consecuencias del tabaquismo
El tabaquismo provocó, entre 2010 y 2014, 259.348 muertes en España; una media de 51.870 anuales. Son datos del estudio “Muertes atribuibles al consumo de tabaco en España 2000-2014”, del Ministerio de Sanidad donde se concreta que la mayoría de esas muertes ocurrieron en hombres y la mitad fueron muertes por cáncer, aunque en los últimos años el número de muertes atribuibles al tabaco ha visto un descenso en los hombres al tiempo que aumentaban las cifras de afectación entre las mujeres. Estas cifras convierten al tabaco en la principal causa aislada de morbilidad y de mortalidad prematura evitable en España. A nivel global se calcula que el tabaco matará hasta a la mitad de sus consumidores: una de cada dos persona fumadoras morirán por una enfermedad relacionada con el consumo de tabaco. Según datos recientes publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 7 millones de personas consumidoras de tabaco mueren anualmente por el tabaco.
De hecho, el tabaco no sólo afecta a quien enciende el cigarrillo, entre 1.500-3.000 fallecimientos al año son fruto de la exposición al humo del tabaco en los fumadores pasivos, en España y los estudios de la Organización Mundial de la Salud apuntan que, de las 7 millones de muertes, alrededor de 890.000 son no fumadores, expuestos al humo ambiental de tabaco.
De seguir así la tendencia actual de prevalencia de tabaquismo, para el año 2030 se prevé que la mortalidad atribuible al tabaquismo a nivel mundial podría superar los 8 millones de personas al año si no se intensifican medidas de control para contrarrestarlo.