Una de las pegas que se ponen para el aumento de precios, vía impuestos específicos, a los productos no saludables como las bebidas azucaradas, el alcohol o el tabaco es el posible carácter “regresivo” de los mismos al “castigar” más a las personas con menos recursos económicos. Un reciente artículo en The Lancet viene a rebatir este argumento Equity impacts of price policies to promote healthy behaviours. Los mensajes clave del artículo nos dicen que:

  • Las políticas de precios en productos potencialmente no saludables alteran el consumo y el gasto para todos los consumidores, pero los efectos pueden diferir según el nivel socioeconómico.
  • El gasto en productos potencialmente nocivos aumenta más para los hogares con altos ingresos que para los de bajos ingresos en respuesta a un aumento de precios, pero este cambio en los gastos suele ser una carga más pesada para los de bajos ingresos que para los de altos porque constituye una mayor proporción de su gasto global; esto es particularmente cierto para los productos de tabaco.
  • Es probable que los consumidores con bajos ingresos reciban grandes beneficios de salud porque generalmente responden mejor a los cambios en los precios.
  • Los efectos adversos sobre el patrimonio de los impuestos pueden mitigarse mediante un uso a favor de los pobres de los ingresos tributarios generados, o mediante ajustes en los efectos distributivos del sistema tributario en general.

Ya hay experiencias publicadas sobre el efecto del aumento del precio de las bebidas azucaradas en países como México, donde la introducción de un impuesto a estas dio como resultado una disminución del 17 por ciento en las compras entre los grupos de menores ingresos (4,2 litros menos), y casi ningún cambio en los grupos de mayores ingresos, según el informe de the Lancet. Nuestro grupo ya se definió en este tema en la entrada Los médicos de familia a favor de la introducción del impuesto sobre las bebidas azucaradas, y revisamos el tema en la entrada Obesidad y azúcares añadidos:¿Reducimos el contenido de azúcar en los refrescos o aumentamos su precio?

Pero no hay que ir tan lejos, Cataluña ha conseguido reducir el consumo de refrescos azucarados un 22 por ciento gracias al impuesto sobre el azúcar que estableció el pasado mes de mayo de 2017, según un estudio elaborado por investigadores del Centro de Investigación en Economía de la Salud de la Universitat Pompeu Fabra (ver estudio). Los investigadores calculan una disminución en la ingesta de calorías por persona consumidora de refrescos de 107 calorías a la semana. Teniendo en cuenta que el 22 por ciento de adultos de 20 a 80 años declaraba en la Encuesta de Salud Catalana consumir refrescos a diario, la disminución de ingesta de calorías revela el potencial que este tipo de medidas impositivas tiene para reducir las tasas de sobrepeso y obesidad.

Utilizar los impuestos para mejorar la salud de las personas con menos recursos también se puede aplicar a los productos del tabaco y el alcohol. Y ya comentamos en el blog que Los impuestos pueden ser buenos para tu salud.

En relación con el consumo de tabaco, destacar el reciente estudio publicado en el BMJ The health, poverty, and financial consequences of a cigarette price increase among 500 million male smokers in 13 middle income countries: compartmental model study. El objetivo del estudio fue predecir el efecto que tendría un aumento del 50% en los precios del cigarrillo sobre la salud, pobreza y la situación financiera de 13 países de ingresos medios con una población total de 500 millones de fumadores. Calculan que aumento del 50% de los precios conduciría a unos 450 millones de años de vida ganados en los 13 países por el abandono del consumo de tabaco. Los varones pertenecientes al grupo de ingresos más bajos (el 20% más pobre de la población) ganarían siete veces más años de vida que los del grupo de mayores ingresos (el 20% más rico de la población;155 v 23 millones). La cantidad promedio de años de vida ganados por dejar de fumar para cada fumador en el grupo de ingresos más bajos fue cinco veces mayor que la del grupo superior (1,46 v 0,23 años). Se evitarían costes médicos en países sin cobertura sanitaria universal, y se evitaría, además, que más de 8,8 millones de personas cayeran en la extrema pobreza.

 Con respecto al impacto en la salud de aumentar los precios del alcohol se ha publicado recientemente una infografía sobre sus beneficios. Significativo el dato de que un aumento del 1% en el precio del alcohol se asocia con un 5% menos de riesgo de ser víctima de violencia de genero. Y que el análisis de 112 estudios diferentes mostró que elevar el precio del alcohol disminuye su consumo y, por lo tanto, ayuda a reducir distintas enfermedades como el cáncer, las enfermedades de transmisión sexual, las tasas de suicidio y la mortalidad relacionada con el alcohol. Pero no solo enfermedades, estudios en 16 países han encontrado que el aumento del impuesto sobre el alcohol en un 1% dio como resultado una reducción del 0,19% en los robos, una reducción del 0,25% en la probabilidad de agresiones, y una reducción del 0,16% en la probabilidad de agresiones sexuales.

Y lo contrario (bajar precios) también tiene sus efectos. En Finlandia, una reducción del 33% en los impuestos sobre el alcohol redujo los precios minoristas en un 22%, lo que provocó un aumento del consumo y un aumento de las tasas de mortalidad en un 17%. La mortalidad se concentró particularmente en grupos socioeconómicos más bajos.

¿A que esperamos para subir impuestos al tabaco, alcohol y bebidas azucaradas?

 

 

 

Paco Camarelles