Compartimos un artículo de la revista Dimensión Humana publicada en el Volumen 1 nº3 del mes de mayo de 1997.
F. Borrell i Carrió se entrevista con Bernhard Rövenstrunck.
Compositor y guitarrista alemán, nacido el 10 de marzo de 1920 en Essen, Alemania, Bernhard es uno de los estudiosos de la música que conoce con mayor profundidad el Siglo de Oro español y nuestra música popular.
Durante su juventud se opone activamente al nazismo, lo que le reporta consecuencias negativas sobre su proyección profesional. De 1946 hasta 1975 desempeña el puesto de Organista y Maestro de Capilla. Ya en 1956 realiza por encargo del Obispo de Rottenburg cantos litúrgicos a partir de melodías de canciones populares catalanas. En 1957 funda la Cátedra de Guitarra y Composición en la Staatliche Hochschule de Música de Trossingen. Desde 1955 son muy frecuentes los viajes a España, aprende castellano y catalán, lenguas que domina casi a la perfección. Su obra como compositor es muy extensa, abarcando óperas, ballets y conciertos: así como música para violín, piano, guitarra y conjuntos vocales. También su carrera artística se ha desarrollado como Director de Coro y Orquesta y solista de guitarra, aunque entre nosotros es más conocido por su investigación sobre el folklore español y las composiciones y arreglos musicales en este campo. Tiene diversos libros sobre fenomenología musical y pedagogía, y ha traducido la poesía de San Juan de la Cruz, a la que además ha puesto música. El conjunto de su obra está depositado en la Stadbibliothek de la ciudad de Ulm, Alemania.
La Entrevista
Me encuentro con Bernat en Vilafranca del Penedés, Barcelona. Estamos en la Plaza Mayor, sentados en un céntrico café mientras esperamos el comienzo del Concierto Popular de Gralles (instrumento popular catalán, parecido a la dulzaina, de la familia de los oboes). A nuestro alrededor se mueven colores y ruidos de una Fiesta Mayor de pueblo.
Bernat es una persona muy conocida y apreciada en estos parajes. A menudo, los conjuntos instrumentales de la Comarca del Penedés y Garraf estrenan obras suyas, y este año no va a ser menos. Hay expectación por oír sus Variacions sobre el Toc de Castells, una pieza compuesta para este instrumento. No puede extrañarnos, por consiguiente, que durante nuestra conversación nos veamos interrumpidos por las muchas personas que se acercan a saludarle; músicos, compositores y amigos. Para cada una de ellas, Bernat tiene una sonrisa o un abrazo. Parece mediterráneo si no fuera por su incansable actividad. “Estoy traduciendo al alemán el Llibre d’Amic e Amat, de Ramón Llull”, me comenta con ojos chispeantes. En esta expresividad callada tampoco nuestro amigo es mediterráneo: hay que calzarlo, hay que conocer por donde se le escapan las emociones. ¿Carácter hiperbóreo? Posiblemente influya en mayor grado un hábito de pulcritud y minuciosidad muy propio del compositor. Las profesiones cincelan nuestra manera de ser. Y cuando Bernat habla, parece medir la sonoridad anímica de cada palabra, como si por ella misma, sin ayuda de la entonación, compusiera un texto de expresividad propia.
Un compositor, ¿nace o se hace?. ¿Qué te inclinó hacia la música como profesión?
Un compositor nace. En mi caso concreto tuve la inmensa suerte de crecer en un ambiente propicio. Con seis años ya cantaba en una Coral obras polifónicas y Canto Gregoriano, y pude disfrutar en Essen de conciertos dirigidos y pensados para niños. En la escuela podíamos experimentar con las piezas que habíamos escuchado, interpretando las variaciones bajo la dirección del maestro. Por cierto, los músicos españoles como Joan Manén, Pau Casals y Andrés Segovia, entre otros, estaban muy presentes entre nosotros.
Se añade a la tertulia Blas Coscollar, médico, músico y constructor de dulzainas aragonesas. “Déjame que te robe un momento tu papel de entrevistador”, me dice, a lo cual consiento de buen grado.
En tu faceta de teórico de la música y de compositor, seguramente te has preguntado muchas veces por qué extraña razón nos gusta la música. ¿Tienes alguna explicación? ¿Por qué razón la secuencia ordenada e internacional de sonidos puede llegarnos tan hondo?. Después me mira como si hubiera cometido una travesura.
Me parece muy buena pregunta, Blas, pero vas a salir en la entrevista, le amenazo, dando a Bernat unos segundos para meditar la respuesta.
Parece algo misterioso, pero podemos analizarlo desde otro punto de vista: todo lo que se mueve en el Universo provoca música. San Juan de la Cruz dice algo parecido en su Cántico Espiritual al Amado: “la música callada, la soledad sonora, la cena que recrea y enamora”. Todo el Universo canta y podemos percibir los tonos y sonoridades como melodías. Josquin Desprez introdujo en el siglo XVI el término de Música Riservata para referirse a este don de la música para representar la expresión de sensaciones y sentimientos. Me parece un término afortunado. Los sonidos del mundo físico se ordenan por acción e interpretación del hombre: Pitágoras conoció y estudió los tonos naturales. Posteriormente, con el sistema teórico de tonos armónicos, los griegos antiguos construyeron templos y teatros y se alzaron estatuas maravillosas. La música puede estar donde no la oímos.
Las personas que estamos directamente relacionas con la música, sencillamente no entendemos las tendencias más actuales, la llamada Música Contemporánea. ¿Ha existido en algún otro momento un divorcio semejante entre compositores y público? ¿Crees que esta corriente se afianzará, o volveremos a los conciertos y sinfonías tal como siempre los hemos entendido?
Esta cuestión es compleja de responder. Usar la palabra “contemporánea” o “atonal” para definir a la música, cuenta de inmediato con una desventaja, porque decir contemporánea no es un término antónimo de “clásica”. Y, por otro lado, el término “atonal” expresa poco en relación a su contrario, “tonal”. Otro error es el hablar de “consonancia” versus “disonancia”. Te pondré un ejemplo conocido: en la entrada del primer coro de la Pasión según San Mateo de Juan Sebastián Bach, no encontramos en los 16 compases casi ningún acorde de prima-tercera-quinta (acorde de tríada en su posición fundamental). ¿Es que podríamos decir que dicha obra es disonante en relación a lo que estrictamente se entiende por consonancia? ¿No será más bien que el público sigue una progresión cultural propia? Lo que sé que falta, precisamente, es una educación en los fenómenos de la música (una fenomenología de la música, en sentido parecido a la fenomenología de la filosofía), de la música como energía en oscilación. Y aquí encadeno con el segundo aspecto que quisiera comentarte.
La música tiene una dependencia relativa del público porque es una obra colectiva que trasciende al autor y a un público concreto. La música va más allá de una generación concreta. La música de los labradores, por ejemplo, es uno de los tesoros indescriptible que tiene España, y lo demás es cultura de analfabetos. Un refrán polonés dice: “aquel que quiere volver al origen, tiene que nadar contra la corriente”. Ha de conocerse la música tradicional. Pero búsquedas de este tipo no proporcionan dividendos. El “manager” estipula lo que tendrá éxito para las masas. La música deviene entonces negocio para consumo de una audiencia que no conoce otros horizontes. Volvemos a lo mismo: educación musical, respeto e interés por lo que muchas generaciones antes que la nuestra han construido.
Tu pasión por lo español se remonta al estudio de nuestro Siglo de Oro, y de manera más concreta traduces y te impregnas de San Juan de la Cruz. ¿Cuál es tu primer contacto con lo español?. Y de manera más concreta, ¿qué significa para ti San Juan de la Cruz?
Durante los 5 años de la Guerra Mundial había un soldado alemán que llevaba en su bolsillo La Noche Oscura del Alma de San Juan de la Cruz. Y éste, como te puedes imaginar, era yo. En realidad, la historia se remonta a 1926, cuando tenía 6 años. En este año, San Juan de la Cruz fue ensalzado a Doctor de la Iglesia. Desde entonces San Juan de la Cruz ocupa un lugar en mi vida, y por extensión, lo español, en especial las naranjas españolas, todo un lujo para un niño de aquellos años. Pero es en 1956 cuando vengo por primera vez a España, concretamente a Barcelona, impartiendo cursos desde 1957 a 1959. En 1972 viajo por Menorca y compongo un Cançoner Català para voz y guitarra y la primera Antología de Poesía Catalana traducida al alemán. Posteriormente, como ya sabes, traduzco y músico la obra de San Juan de la Cruz. Desde que conocí España, cada año he venido para realizar investigaciones relativas a la música popular.
(Versión de Noche Oscura del Alma de la cantautora canadiense Loreena McKennitt)
Algo a nuestro alrededor empieza a moverse. Un presentador anuncia los grupos que van a actuar. Interrumpimos nuestra conversación para disfrutar de lo que justamente hablamos: de la música. La pieza que este año estrena Bernat, Variacions sobre Toc de Castells, tiene la fuerza de lo popular con la perfección de la música de autor. En el intermedio aprovecho para referirme a esta basculación entre lo clásico y lo popular: “la música folklórica o popular, ¿puede ser definida? Y en todo caso, ¿en qué sentido es distinta a la música clásica?
La música popular no conoce del hoy ni del ayer. Hay una continuidad en la música popular que permite a una vieja melodía convertirse, repentinamente, en una canción cantada por todo el mundo e incluso percibida como novedosa. Esta es la magia propia de la música popular: es imperecedera porque se asienta en la traducción, en lo que los hebreos llamaban cábala. La música tradicional tiene su propio sistema de tonalidad y del ritmo-metro, como he explicado en una de mis obras. Incluso iría más allá para afirmar que la música popular tiene sus propios fenómenos que no pueden explicarse a partir de la música clásica. Cada pueblo tiene una idiosincrasia que lo hace único, e incluso dentro de cada pueblo, nos vale la distinción que hacía Virgilio entre Geórgica y Bucólica, ciudad y campo, con las migraciones de una melodía de un pueblo a otro, del campo a la ciudad. Es una aventura apasionante de la que se encarga – entre otras disciplinas la etnología musical, con eruditos tan importantes como Marius Schneider, por citar tan sólo a un autor que actualmente es casi un desconocido.
Estamos asistiendo a la comercialización de todo. Esto incluye la música popular cuando se incorpora a la música moderna en autores como Enya, Llach, etc. Y pasa a ser mercancía de consumo para grandes audiencias. ¿Va a desaparecer el autor anónimo, capaz de inventar melodías tan geniales como El noi de la mare, la Albada de Graus o el Cancionero de Upsala?. ¿Estamos en una cultura en la que las personas creativas necesitan el reconocimiento de éxito?, ¿o es más bien la audiencia la que necesita nombres y caras para “creerse” la bondad de una composición, y sencillamente la tarea creativa anónima prosigue, pero fuera de los canales del consumo mayoritario?
A mi manera de ver, muchos compositores de música contemporánea han olvidado o perdido el origen de la música tradicional. Faltan compositores como Bartók, Albéniz, Falla, Granados, enraizados profundamente en la música popular, porque la música popular es una fuente extraordinaria de inspiración. Si ahora mismo surgiera un Bartók, no creo que tuviera muchas posibilidades de éxito en un mundo de oportunidades perdidas. Pero, por otro lado, la proliferación de un seudofolklore no puede llenar el vacío. Faltan grandes compositores que se inspiren en lo popular, pero a su vez lo popular tiene que conservar esta autonomía que le hace ser auténtico. Es un compromiso difícil en estos tiempos que vivimos, entre otras razones porque el autor anónimo ya no existe o escasea. Falta poesía y música porque la poesía y la música soportan mal la obstinación. Como decía el poeta: “todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo” (Qohélet 3, 1-2). Si nos obstinamos en comercializar cualquier cosa, estamos construyendo un “hoy” ficticio. Hay que confiar más en lo que surge de la inspiración, sin la prisa de lo comercial.
La conversación se ha hecho demasiado interesante como para que prosiga en tono de entrevista. Varios amigos y compositores se añaden a la misma y pasamos de la música a la antropología, de la sociología a la crítica musical. Bernat prefiere callar. Sonríe, eso sí, porque Bernat tiene siempre una sonrisa para cada persona. Pero los que le conocemos adivinamos que más allá de las palabras está escuchando la música de nuestra conversación.
Francesc Borrell i Carrió
Dimensión Humana