Desde #noticiassemFYC entrevistamos a la doctora Rosa Magallón Botaya que acaba de conseguir su plaza como profesora titular en Medicina de Familia y Comunitaria por la Universidad de Zaragoza. Conversamos acerca de los estudiantes, sobre la percepción de la Medicina de Familia de las nuevas generaciones, el papel de la semFYC y el presente y futuro de la especialidad.
Buenos días, en primer lugar, muchas felicidades por haber conseguido tu plaza como Profesora Titular de la Universidad de Zaragoza ¿Cómo ha sido el proceso y cómo te sientes al respecto?
La verdad es que lo he vivido con mucha resistencia y alegría. Desde los años 90 yo ya estaba muy metida, llevando cursos de doctorado y me sentía muy comprometida con la especialidad. Los logros personales los he sentido siempre como reconocimientos al trabajo en equipo de tantas y tantas compañeras que, como yo, han luchado y luchan para que la Medicina de Familia y Comunitaria sean mejores. Evidentemente, conseguir esta plaza es importante, pero no deja de ser una etapa más de un trayecto común. En 2005 conseguimos que la Medicina de Familia y Comunitaria y la de Comunicación Asistencial se convirtieran en asignaturas optativas y a partir de 2010 que fueran troncales. Además, en estos momentos, ya son tres las universidades que tienen profesores titulares de Medicina de Familia y Comunitaria, en Madrid, Alicante y, ahora, también, en Zaragoza. Aquí, en la Universidad de Zaragoza, tenemos a 40 profesores asociados de Medicina de Familia y otros 15 en los diversos seminarios, por eso te digo que vamos en la buena dirección, este pasito más es una victoria colectiva. Yo he conseguido la plaza porque me he acreditado, pero el éxito no es solamente personal, es de todas. Tenemos que seguir abriendo camino, porque cada día hay más estudiantes que nos admiran y que desean ser médicas de familia.
Desde 2001 eras profesora asociada, ¿cómo has visto la evolución de los estudiantes?
Te pongo un ejemplo. Desde hace siete años, cuando empezamos el curso les pido a los nuevos estudiantes que respondan en un papel de forma anónima a dos preguntas. La primera, “¿Qué es la Medicina de Familia?” y la segunda “¿Te gustaría ser médico/a de familia?”. ¡Tengo todas las respuestas registradas de los últimos 7 años!
¡Un buen estudio de opinión! ¿Han evolucionado mucho las respuestas en siete años?
Sí. En estos momentos entre un 10% y un 15% de mis estudiantes responde que seguro que querrían ser médicos de familia y hasta un 40% no lo descartan. Antes, el 80% decía claramente que no. Resulta muy curioso ver las razones con las que actualmente justifican no querer ser médicos de familia porque van de la mano con el cambio de percepción de la especialidad.
En 2011 decían que los profesionales en Medicina de Familia y Comunitaria son solamente “los que derivan a los pacientes”, mientras que en 2018 te responden que los médicos de familia son los profesionales sanitarios que ven al paciente en su globalidad, a lo largo del tiempo y que tienen que saberlo todo sobre su contexto, sobre la comunidad…
Saberlo todo parece imposible…
Exacto, y esta la razón por la que dicen no querer ser médicos de familia. Hay estudiantes que quieren una especialidad más fácil. Dicen que la Medicina de Familia es la especialidad más difícil y que requiere de muchas habilidades. También comentan que quieren evitar la sobrecarga y el burnout. Pero es precisamente el hecho de que se vea como una especialidad compleja en sus diversas dimensiones el que hace que el prestigio de la Medicina de Familia y Comunitaria entre las nuevas generaciones haya aumentado claramente respecto a la idea de que “simplemente derivamos a los pacientes”.
¿Los planes de estudios y la forma de plantear la asignatura también han cambiado?
Deberíamos evolucionar más, es cierto. Los contenidos de nuestras asignaturas en Medicina, en general, deberían recoger un poco más el espíritu que nos llega desde las reformas de Boloña o la forma de enseñar del mundo anglosajón. Es verdad que ya están habiendo cambios, gracias, en gran parte, a las diversas conferencias que se han hecho o iniciativas como las del libro blanco del Grado de Medicina… todas las recomendaciones que nos llegan van en la dirección de indicar que la educación universitaria, con el fin de satisfacer a las necesidades de la sociedad, tiene que mirarla más. En ese sentido, así como la Atención Primaria tiene que seguir reforzando su presencia dentro de los sistemas de salud, la Medicina de Familia y Comunitaria también tiene que conseguir más peso en el pregrado. Como le dije al tribunal, “lo que no se conoce no se ama”, y está demostrado que, si la das a conocer, la Medicina de Familia interesa y es deseada por el 100% de los alumnos.
¿Cómo podemos provocar estos cambios para estar más acorde con las recomendaciones internacionales?
Debemos tener claro que lo que nos interesa es formar a buenos médicos. Sacar una buena nota en el MIR no te convierte en uno de ellos. Como facultad, estar en una buena posición del Ranking en cualificaciones tampoco significa necesariamente que estés formando a buenos médicos. Lo que hace a un buen médico es el tener conocimiento, aptitudes y habilidades para poder entender y tratar a un paciente. En ese sentido las competencias de las que habla la reforma de Boloña van en la línea de pedir más formación generalista para tener una visión amplia del conocimiento. Un oftalmólogo también necesita tener una formación generalista fuerte.
Pero para adquirir aptitudes y habilidades hay que tener experiencia vital. ¿Cómo se enseña esto a nivel didáctico en la asignatura de Comunicación Asistencial?
En esta asignatura tenemos la suerte de tener auténticos referentes. Francesc Borell, por ejemplo, ganador del prestigioso Premio internacional EACH este 2018, es un referente en todo el mundo en este ámbito. En nuestra universidad, la asignatura de comunicación es de 3 créditos y cuenta con 16 temas entre los cuales hay cuestiones como el sistema de atención a la familia, la violencia de género, enfermedades crónicas, modelos de asistencia a la muerte… etc. Todos ellos ponen el foco en que es necesario conocer el entorno, y se acompañan de seminarios prácticos. Intentamos cumplir con lo que nos dice Boloña, un 40% de conocimientos teóricos y un 60% de trabajo del alumno. En ese sentido, en mis clases, ofrezco recursos como los disponibles en la blogosfera sanitaria, para que se informen y aprendan a ser críticos por su cuenta y tengan una visión humanista de la especialidad.
¿Cómo ves la investigación en Aragón y en España en general?
Deberíamos darle más impulso a la investigación en Atención Primaria. Está demostradísimo que nuestra investigación es coste-efectiva y produce evidencia y beneficios inmediatos en la población. En este país gastamos cantidades ingentes de dinero en investigaciones que producen unos beneficios muy pequeños, gastamos muchos recursos en encontrar un fármaco que aumente en unos pocos días la esperanza de vida, mientras que la investigación en Atención Primaria está demostrando generar beneficios más duraderos y a un coste mucho menor.
¿Estaríamos hablando de temas como de la investigación en autocuidado o en prevención de la salud?
Como dice la doctora Verónica Casado, “si conseguimos que un paciente deje de fumar a los 40 años a lo mejor ya no tendremos que gastarnos tanto dinero investigando un fármaco que lo cure a los 65”, pues es exactamente eso. Con más investigación en Atención Primaria y en Medicina de Familia podemos conseguir una mejor coordinación con la atención hospitalaria, y una mejoría más efectiva y rápida que con investigaciones a medio y largo plazo.
¿Esto es lo que hacéis desde el Grupo de Investigación de la Consejería de Ciencia y Tecnología que coordinas?
Somos 13 investigadoras, y lo digo en femenino ¡porque somos 13 mujeres! Principalmente todas somos médicas de familia, aunque también hay una psicóloga y una epidemióloga. Mi función es la de intentar conseguir fondos, buscar apoyo para publicaciones y crear sinergias con otros grupos, como el de actividad física. A parte, yo tengo mi propia línea de investigación en Inequidades en salud, un tema que cada día me parece más relevante y sobre el que falta investigación.
¿También participas en la estrategia comunitaria de Aragón impulsada por la ganadora de una de las Becas Isabel Fernández de la semFYC, Carmen Benedé?
Ella es una de mis 13 investigadoras y trabajamos codo con codo. En los próximos días presentaremos propuestas para exportar el modelo PACAP y la estrategia comunitaria de Aragón, que ella impulsó, en otros sitios de España. Ella siempre dice que soy su “madre espiritual”, y hay gente que me pregunta en serio si de verdad soy su madre, y siempre les respondo que “¡soy mayor pero no tanto!”.
¿Qué es para ti la salud?
A principio de los años 90, el Colegio de Médicos de Barcelona dio esta definición que creo que suscribo plenamente: “Salud es aquella manera de vivir de forma solidaria, autónoma y profundamente alegre”. ¡Hay pacientes que viven muchos años con una buena calidad de vida padeciendo una o varias enfermedades! Son gente saludable, no son enfermos. Aquí es donde nosotros jugamos un papel clave.
¿A nivel educativo?
Sí. Una de las justificaciones de la reforma de Boloña y de la creación del Espacio superior de educación europeo es la de fortalecer aquellos elementos que se han demostrado eficaces y existe evidencia de que en los países donde hay un sistema de Atención Primaria fuerte la morbilidad disminuye radicalmente. Para ello necesitas a médicos de familia vocacionales, por lo que hace falta un pregrado que dé a conocer de forma positiva el trabajo en Atención Primaria para crear una plantilla de médicos que sientan su posición con un orgullo profesional. Para ello es necesario un reenfoque político y una cierta normativa “impositiva”. Ahora tenemos normas que nos sugieren qué pasos seguir, y que nos están ayudando a mejorar, aunque no disponemos de ningún Real Decreto o ninguna Ley.
¿Cuál debe ser el papel de la semFYC?
La semFYC ha tenido un papel fundamentalísimo en el desarrollo muy rápido que vivimos en España de la formación de posgrado en Medicina de Familia y Comunitaria. Fíjate, la Declaración de Alma Ata tuvo lugar en 1978, en 1979 se aprobaba la especialidad y se constituía la comisión nacional, en 1984 se instituían las estructuras básicas de salud, en 1986 se aprobaba la Ley de Sanidad y en 1989 se creaba la WONCA. En unos 10 años habíamos pasado de no tener nada a tener una especialidad de posgrado fuerte y la semFYC jugó un papel muy activo en todo el proceso. Sin embargo, actualmente hay 200 departamentos universitarios de Medicina de Familia en todo el mundo, pero ninguno de ellos se encuentra en España. El trabajo que han hecho y hacen figuras tan relevantes como Verónica Casado, Francesc Borell o Pablo Bonal a la hora de presionar para que la Medicina de Familia esté presente en la formación de pregrado es incuestionable y creo que, a pesar de haberlo intentado, la semFYC no ha tenido tanto éxito en este ámbito. La semFYC necesita volver a activarse. Yo siempre les digo a mis estudiantes “somos médicos, no somos funcionarios, trabajamos por el bien del paciente”, creo que esta es la actitud que la semFYC tendría que recuperar.
¿Por qué una médica ha tardado tanto en ocupar una plaza de profesora titular en Medicina de Familia en una profesión, precisamente, dominada por las mujeres?
Es una muy buena pregunta. Te responderé con un ejemplo. Ayer vino una mujer a la consulta que me decía que tenía dolor de espalda, había engordado mucho, decía padecer estrés crónico, y comentaba sentirse desbordada entre los hijos, el trabajo y el hogar. Quería un tratamiento. Yo le dije que lo que tenía era “la enfermedad de las mujeres” y que debía tomar conciencia de sí misma para reclamar lo que necesitaba. Ella me respondió “Esto es lo que nos toca por ser mujeres” e insistió en un tratamiento farmacológico. Yo le prescribí 10 minutos al día de cerrar los ojos y de reflexionar sobre sí misma, una dieta saludable y caminar a diario una hora, al menos durante los próximos cuatro meses. Lo que más me chocó es que esta paciente es una profesora de instituto con estudios superiores.
¿Qué crees que significa esto?
Básicamente, el hecho de que yo sea la primera mujer médica de familia en conseguir una plaza como profesora titular en un sector en que la mayoría somos mujeres, nos indica que el problema tiene una fuerte base social. El rol de la mujer como cuidadora afecta, también, a las médicas. La sociedad en general asume consciente o inconscientemente ese rol de la mujer cuidadora. Te pongo otros dos ejemplos. En el tribunal que me concedió la plaza de profesora titular no había ninguna mujer, eran cinco hombres, y en este momento en mi Departamento de Medicina de la Universidad de Zaragoza soy la única mujer con plaza. En otros sectores es todavía más alarmante. En Enfermería yo creo que cerca de un 90% de las profesionales son mujeres, sin embargo en el Colegio de Enfermeros el 70% de los cargos directivos son hombres. Tampoco es normal que en mi equipo de investigación solo haya 13 mujeres, debemos luchar para conseguir la igualdad.
¿Qué podemos hacer?
Tenemos que asumir la igualdad como lo más natural y normal del mundo, tanto hombres como mujeres. Afortunadamente, España es un país donde esta igualdad existe y creo que estamos en el buen camino, aunque todavía queda mucho por hacer, y el trabajo empieza en las escuelas.
¿Qué puedes decirnos acerca de la Declaración de Astaná?
La verdad es que no la he leído a fondo, pero por lo que he visto, creo que se ha quedado bastante descafeinada.
¿La enseñanza de la medicina y el teatro van de la mano?
¡Este es el nombre del proyecto por el que nos premiaron! Bien, a mi me gusta mucho enseñar jugando con los estudiantes. Cuando los llevo a los Centros de Salud a tratar a sus primeros pacientes, siempre les grabo para analizar, más tarde en clase, los movimientos, cómo hablan, cómo gesticulan, el “primero preguntar y luego explorar”… etc. Un día se me ocurrió ir a la Escuela de Teatro y pedí a los alumos si querían colaborar con los estudiantes de Medicina. De modo que en los Centros de Salud, los estudiantes de teatro hacían de pacientes y mis alumnos los trataban. Grabábamos las sesiones y los profesores de la Escuela de Teatro examinaban a sus alumnos y yo a los míos a partir de los vídeos. Esta experiencia ha sido exportada en muchos Centros de Salud de toda España y ha sido, y es, un éxito.
¿Cómo ves el futuro de la MFyC a nivel académico?
En estos momentos lo veo positivo. Tenemos que presionar con más intensidad, dirigirnos más hacia fuera para ayudar a hacer comprender a nuestros decanos que lo importante no son las notas, ni los rankings, ni las calificaciones, sino el formar y tener a buenos médicos.
¿Nos veremos en el Congreso de Málaga?
¡Por supuesto! Ya hemos mandado 6 comunicaciones. Es muy bueno que la semFYC sea independiente a todos los niveles y este congreso de Málaga lo será.
¡Muchas gracias por tu tiempo y felicidades una vez más!